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11 de diciembre de 2025

Cómo puede impactar en Brasil la nueva estrategia nacional de seguridad de Trump

Si bien abre la puerta a crear alianzas contra el crimen organizado, también divide aguas sobre la influencia de China

>La nueva estrategia nacional de seguridad de Estados Unidos, publicada por la Casa Blanca, representa un cambio en la geopolítica estadounidense, ya que, al resucitar la antigua doctrina Monroe en una versión 2.0, devuelve por primera vez en décadas al hemisferio occidental al centro de las estrategias de Washington, superando la prioridad histórica dada a Europa y Oriente Medio. El La lucha contra el crimen organizado es uno de los puntos centrales del documento de la Casa Blanca, que pretende “centrarse en el reclutamiento de líderes regionales que puedan contribuir a crear una estabilidad tolerable en la región, incluso más allá de las fronteras de estos socios”. El objetivo es frenar “la inmigración ilegal y desestabilizadora y neutralizar a los cárteles”.

El martes mismo, el propio presidente Lula declaró que le había dicho a Trump durante una conversación telefónica que el líder más destacado del crimen organizado brasileño se encuentra en Miami, Florida, sin especificar a quién se refería. “Llamé al presidente Trump y le dije que si quería hacer frente al crimen organizado, nosotros estábamos disponibles. Y ese mismo día le envié una propuesta sobre lo que queríamos hacer. También le dije que uno de los grandes jefes del crimen organizado brasileño, que es el mayor deudor de este país y también importador de combustibles, vive en Miami. Así que, si quiere ayudarnos, ayudémosle deteniéndolo inmediatamente”, dijo Lula.

Otro pilar de la estrategia de la administración Trump es asegurar que el hemisferio occidental permanezca “libre de incursiones hostiles” y que garantice a Estados Unidos el acceso a puntos estratégicos y cadenas de suministro críticas.

A pesar de los planes de Trump, el avance de China y Rusia continúa en Brasil. Si bien Beijing invirtió entre 2007 y 2023 73.000 millones de dólares en 265 megaproyectos, hace unos meses cambió su estrategia. Desde la adquisición de colosos imponentes, China ha pasado a invertir en alianzas menores pero más extendidas y en sectores más diversificados. Según un estudio de Araújo Fontes, una empresa brasileña de inversiones especializada en fusiones y adquisiciones, las empresas chinas han invertido en la última década principalmente en el sector de la energía eléctrica, alrededor del 45%, en la extracción de petróleo, un 30%, y en minería, agricultura y producción industrial.

Luego se observó un fenómeno diferente, de pulverización y diversificación de las inversiones. El valor medio por proyecto, de más de 500 millones de dólares entre 2010 y 2014, descendió a 112 millones después de 2020. “Las adquisiciones se han generalizado y el número de proyectos que denominamos ‘greenfield’, es decir, los que parten de cero, ha aumentado vertiginosamente”, declaró a O Estado de São Paulo Marcio Santiago, de Araújo Fontes. Una inversión greenfield es una inversión extranjera en la que una empresa construye desde cero una nueva estructura productiva u operativa en otro país.

El frente ruso también sigue caliente en Brasil. El pasado 3 de diciembre, el asesor de política exterior de Lula, Celso Amorim, recibió durante una ceremonia solemne en la embajada rusa en Brasilia la Orden de la Amistad, una condecoración del Gobierno ruso. En la videoconferencia también participó el ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov, quien, según el sitio web Defesanet, le agradeció el fortalecimiento de la asociación estratégica entre los dos países, la ampliación de las oportunidades de cooperación bilateral en diversos ámbitos y la mejora de su interacción en la escena internacional. Ese mismo día, Brasil debía votar en las Naciones Unidas la resolución sobre la devolución por parte de Rusia de los niños ucranianos secuestrados por Moscú, acción por la que Putin ha sido acusado de crímenes contra la humanidad ante la Corte Penal Internacional. Brasil se abstuvo.

En cuanto a Sergey Vladimirovich Cherkasov, podría regresar pronto a Moscú a bordo de un avión puesto a disposición por el Kremlin. El ciudadano ruso, que tenía una identidad brasileña falsa con el nombre de Victor Muller Ferreira, está acusado por Estados Unidos de ser un espía a sueldo del Kremlin y se encuentra en prisión en Brasil desde abril de 2022. Washington solicitó su extradición en 2023. Actualmente cumple una condena de cinco años por falsificación de documentos en una prisión federal de Brasilia. Según las investigaciones de la Policía Federal recientemente concluidas, no hay pruebas de sus actividades de espionaje en el país latinoamericano, a pesar de que las autoridades holandesas lo habían expulsado a Brasil tras descubrir que se había infiltrado en el Tribunal de La Haya como becario. Su extradición a Rusia depende ahora exclusivamente de Lula, ya que las extradiciones en Brasil requieren la decisión del jefe del Ejecutivo.

Por último, sigue siendo una incógnita considerable Venezuela. Si el régimen de Nicolás Maduro cae de forma violenta, Brasil podría enfrentarse a un nuevo flujo migratorio, pero también a una mayor expansión del narcotráfico venezolano en territorio brasileño. Luego está la cuestión política. Celso Amorim declaró al diario británico The Guardian que una posible acción militar estadounidense en Venezuela podría convertir a América Latina en un escenario similar al de la guerra de Vietnam.

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